Es un libro con poemas de Manuel Ferrero López del Moral, fotografías de Ana María Loreto (aNa) y la compañía de 47 poetas más.
Nace con el impulso de la Editorial Cultural Norte.
Desque los deos del mundo
son milímetros,
antes de los siete días de la criación,
el Grande Espíritu
yera un asturcón de l.lombu rellumante.
Tan fartu taba d’ acabalgar nos vacíos
requeixos de la nada en sin rostro
que a una orde suya
ñacieron el día y la nueche,
cumo’l mandil pa la saya.
Reciellas abondo de criaturas
poblaronlo too.
Además de los poemas de Manuel, incluye una una sección llamada la propina del mar que recopila poemas de distintos y reconocidos autores. Todo el libro y las fotografías de (aNa) giran en torno a la idea de que la belleza es el producto que deja el mar cuando se mueve. Cada poeta es una gota de ese mar y aporta una caracola. Un diálogo en espiral de un poeta con otros poetas. Las fotos que acompañan los poemas son un viaje dentro de un océano emocional diverso ( Imágenes matéricas, llenas de naturaleza, textura, sugerencia, equilibrio, instante y belleza). El libro crea un ecosistema de palabras.
Autores:
Manuel Ferrero
Fernando Hoja de Roble
Ildefonso Rodríguez
Ricardo Chao
José A. Martínez Reñones
Juan Carlos Mestre
Eduardo Méndez Marassa
Pedro Blas Soto González
Luis Mielgo
Víctor M. Díez
Rafael Saravia
Emma S. Varela
Rafael Ubal
Asunción Carracedo Gómez
Alfonso Ferrero
Jorge Pascual
Abel Aparicio
Iván Trasgu
Eusebio Ruiz Martínez
Eloísa Otero
Valentín Villanueva Otero
Roberto Aller
Alfonso Salas
David Villota
Carlos, Solito Trovador
Sergio Artero
Jesús Vidal
Fran Allegre
Rubén Mielgo
Laura G. Becares
José Luis Puerto
Elena Lafuente Alonso
Iván Martínez Lobo
Alberto Flecha
Paco Zen
Felipe Zapico Alonso
Daniel Collado Azorín
Paco Zen
Julia Conejo
Jose Ángel Rodríguez Fernández
Mercedes G. Rojo
David Pérez
Raúl López López
Margoth Dinarte
Armando Gutiérrez
Miguel Suárez
José Manuel Donís
Nacho Abad
Ilustraciones: Ana María Loreto (aNa)
Este libro es una unidad de 3 espacios.
El primer espacio lo componen los poemas de Manuel, con su visión propia de la poesía, el segundo espacio repartido por todo el libro son las ilustraciones de aNa y el tercer espacio la facendera de poetas (en la sección; la propina del Mar.)
Respecto a los poemas de Manuel Ferrero López del Moral. Estamos ante una poesía reciclativa, él la llama: "Poesía del instante, la calma de las mareas."
Si hubieras descubierto el mar que llevas dentro,
la marejada traería caracolas y tesoros en vez de peces muertos.
Si cada latido fuera un secreto descubierto,
cada emoción una caja de regalos por abrir
y en cada pupila hubiera otra pupila reflejada,
la oscuridad de la noche sería
para danzar y pasear de la mano.
Verás aquí un intento de tener buen gusto… el tránsito de lo turbio, el remover de los despojos, para transformarlos. No es quedarse solo en la muerte, sino con la vida que nace de lo que murió. Aquel socavón que dejaron las bombas y las canteras, se vuelve laguna, estanque de ranas o bosque primaveral. Remover algo solo para dejarlo convertido en ruinas, no recicla. Saber ver la vida escondida en la botella vieja, en el plástico usado, en la rabia, en el miedo, o en el abandono es la brújula de mis palabras.
La pregunta que inspira este libro ¿Qué debe morir en los espacios bloqueados de la emoción o en el mal hábito para que renazca la poesía, la fantasía o el arte? ¿Qué está atascado como una cloaca, huele mal y hace falta ventilarlo? Pueden ser las propias miserias o las miserias sociales. Trato de no quedarme solo en ellas, voy a transmutarlas con lo que escribo. Este no es un libro de autoayuda. Se busca el desahogo y se anhela dejar buen cuerpo en el lector, pero importa más la ligereza de colocar cada cosa en su lugar grano a grano.
Voy a contemplar todo con la neutralidad del que se sabe dueño de nada. Este es un viaje sereno a través de la infinitud del mundo. Lo mismo que el compositor buscaba el sonido perfecto en la disonancia de cada nota, el poeta busca decantar en las asperezas de la palabra, la pureza del Ser.
Don Juan de Coria sueña
los pinos blancos recogidos
en esquinas.
Una trama de telarañas firmes
ha visto nacer tiemblo futuro,
pero todas las noches Don Juan
persigue el nácar de los vientos.
Don Juan de Coria
tuvo un triciclo y se creyó Sansón
la primera vez que estuvo enamorado.
Arrimó los oídos a las cuevas
para escuchar el canto de las arañas.
En el mundo que vivimos hace falta reutilizar y reciclar muchas cosas. Sirva este libro como aviso para caminantes. Escribir poemas desde el reciclaje es cantarle agradecidamente a la mierda emocional que nos rebosa y hacer de ella un aire respirable. Transitar desde lo turbio de nuestras memorias a lo transparente de la inspiración es el anhelo de caracolas en el pulso. Apetece no ser un flojeras, que hable solo de lugares comunes. Más allá del ejemplo tópico de lo maravilloso que es el
amor, estos textos miran cara a cara lo monstruoso y lo cruel, lo que parece que no nos resucita. Pasamos de la herida a la piel restaurada. Ponemos guapo al engendro y lo convertimos en top model. ¿Se puede cambiar el patrón de belleza silicónico y huesudo, por uno matérico, sustancioso y diverso?
Ojalá abracemos en caracolas en el pulso la poesía Yo-Yo hasta vestirla con Tú-Tú. Ojalá te den ganas de bailar. Aprovecharé este espacio no solo como culto al ego que tengo, sino como crisol donde quemar el gusto por la pose. Verso a verso hasta quitarme la máscara. En Grecia el actor era el “hipocrités”, que significa (el que lleva la máscara), de ahí nació la palabra hipócrita para definir al que no da su verdadera cara.
Pequeñeces
chispas de satisfacción,
el milagro de la nuez
que no estaba hueca,
descolgar y oír tu voz,
un pedazo digno de pan;
rico y sobre la mesa.
Menudencias
la conciencia tranquila,
andar calmo paseando
tranquilidad y dicha
en la violencia agitada
del triste hormiguero.
Reciclar es quitarse la máscara o cuando menos ser consciente de ella. A veces la careta es un modo de búsqueda previo a la verdad. Un juego de espejos que nos permite comprendernos. Escribo a pesar de lo dicho sin esperar nada. Pongo de rodillas todas mis expectativas a los pies de la vida. Lo que se publica es únicamente una oportunidad para bailar cara a cara con las miserias, miedos, ternuras y vaguedades evolucionando en cariño. Me hago responsable de la mala leche para intentar dar buena nata.
Antes que personas, los humanos somos seres llenos de luz. El poeta es pues un guardián del sol que todos llevamos dentro. Un convocador de hogueras.
Sandalias,
todo son sandalias.
Cueros torpes que se ponen
en los pies para no sentir la tierra.
Guantes para no tocarla.
¡Oh nada mancha lo que es puro!
Danzo en la millonésima semilla.
Pongo amor también al plástico.
Ese despojo que todo
lo ocupa puede ser también
espacio de amor.
Es fácil querer a una flor,
pero nadie ama la basura.
La basura es el resto de los sueños
que no pudieron florecerse
o que se florecieron con exceso,
o que se abandonaron antes de nacer.
¿Por qué la propina del mar? No concebía este libro sin la presencia de otras gentes, en un claro gesto que expresa, que la intuición poética está presente en cualquier persona con capacidad de sentirla. La belleza no es patrimonio de nadie. Un poeta no se comprende si la compañía del resto de poetas. Una persona no puede ser persona sin un ecosistema.
Todos los seres nacieron del agua de los mares. Dentro de cada persona hay un bramido de océano. No entendería la gota de mar que soy, si no reconociera y admirase la maravilla que vive en los otros.
Crisol de alquimista es la vida que vuelve el plomo en oro y el oro en nada. Esa nada que es para mí completa. Como la propina que me daban los abuelos el domingo, que era una fiesta de abundancia, así siento estos poemas. Pueden parecer perlas mínimas de un oleaje más grande, y sin embargo sé, que lo son todo. Son primicias de corazones amigos. Fuegos estelares de distintos colores.
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