miércoles, 29 de abril de 2015

Amor monacal.

La intención de seguir siendo sólo amigos se difuminó. Fray Segundo caminaba desolado con el candil en la mano, subiendo la escalera de caracol que lleva a la biblioteca. Desde que el bobo de Fray Gilberto, echara la oración a San Antonio, el fantasma del caballero templario había desaparecido. 
Fray Segundo añoraba su cara espectral asombrada cuando le leía libros. ¡Ay! Esa noche ya no tendría a su paladín contándole las cruzadas.
Como no podía ser sólo su amigo, tomo el veneno para pasar al otro lado. Iría a buscarlo al cielo, al purgatorio o al infierno para decirle que lo amaba.




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