Dedicado a los que viven opulencias poco humanas... ganadas con el sudor injusto de los otros.
Ni caballos, ni carroza de calabaza. No sonaron campanas a las doce. No hubo zapatito de cristal. Tampoco príncipe panoli, ni gato cochero. La cenicienta pasó del baile. Se casó con un campesino al que le gustaba mirar la luna y hacer el amor en el pajar.
Dos deseos le pidió a su hada madrina: Ser libre y no perder nunca el brillo dorado de sus ojos. La verdadera realeza habita en desear lo auténtico antes que castillos de cristal... Prefiero un rabel sincero a un violín que es tocado por traidores.
Me ha llegado al alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Conozco un cuentito parecido y precioso
ResponderEliminarPrefiero las campesinas que las princesas, son más... de verdad
Un abrazo
Precioso!! Coincidimos
ResponderEliminarUn abrazo
Tantas veces nos dejamos deslumbrar por el brillo, y al final resulta que no es oro todo lo que reluce. Un abrazo.
ResponderEliminarSentirse libre siendo lo que somos, al final, lo que más vale
ResponderEliminarSaludos
Gracias Torcuato.
ResponderEliminarAnita, yo soy descendiente de pastores y campesinos, también prefiero campesinas.
Gracias Patri.
Maite, el oro verdadero brilla en los ojos limpios.
Su. La libertad es el verdadero tesoro.
¿Y si el palacio de cristal es auténtico? ¿Y si el príncipe es un tigre? ¿Y si le gusta comer botillo? Quizá entonces a la princesa no se le quitara el brillo dorado de los ojos y tal vez lo tuviera, además, plateado y platinizado. Digo yo...
ResponderEliminarAbrazos, Manolín.
Ja ja ja Pues la verdad que tal vez tengas razón y el principe sea un tío campechano.
ResponderEliminarGracias Manuel... por esta improvisada lección de pura sencillez.
ResponderEliminarY no hablo sólo del corto e interesante cuento que recoges en esta entrada, sino también por todo lo que expones en tu perfil.
Ser contador de cuentos requiere un contacto pleno con los lados emocionales, que pocas personas saben que existen.
Te valoro.
Y te felicito por haber mandado al cuerno a la abogacía.
Tus descendientes te lo agradecerán.
Saludos.
Sir Bran. Gracias por tu visita. Bienvenido. La verdad es que en vez de contar cuentos legales y sacarle pasta a la gente por pleitear, me gano el pan con historias que deja buen sabor de boca. Saludos.
ResponderEliminarPrecioso Manolo... como siempre buscando la entrada directa al corazón y transmitiéndonos el verdadero secreto de la felicidad que no es otro que el realismo: vivir aquí y ahora, con lo que somos y lo que tenemos, yo respiro así felicidad cada día. Nos vemos el viernes. Un abrazo
ResponderEliminarYrene. Que bonito verte de visita en el blog. El viernes espero vernos con alegría.
ResponderEliminarMucho mejor una princesa sin castillo que un castillo sin princesa :)
ResponderEliminarSi porque nada peor almalaire que estar en un lugar sin pertenecer a él.
ResponderEliminar