Todos los años hacemos en el pueblo un gran campeonato de mus. De premio un cordero. Ese año quería que se enterara todo el mundo. Deseaba ver caras nuevas sentadas en la mesa del bar de Cipriano. Retos que superar ordago a ordago. Puse carteles, lo anuncie por internet, por la emisora de radio aficionado y hasta se lo dije a mi suegra Tomasa, que al ser una cotilla recalcitrante, sabía que era el mejor modo de difusión. Eso sí, le pedí por favor que no se lo dijera a nadie.
Cuando llegaron los marcianos dispuestos a participar. Con sus antenas verdes... Ilusionados por el cordero. Entendí que me había pasado con el marketing. No nos atrevíamos a negarles la partida, pero estabamos asustados. Además las bases no contemplaban el caso.
Lo cierto es que lo ganaban todo. Tenían la boca como un pajar, envidaban de farol, juraban palabrotas raras y de vez en cuando se equivocaban de idioma, usando el francés. Les encantaba el orujo de hierbas.
En la final, los cuatro cara a cara. Fermín y yo contra ellos. El campeonato sería interestelar. Llegaron sus colegas, igual de verdes y empezaron a hacer ruidos desagradables con sus labios grandotes. En el planeta rojo es un modo de animar. Lo malo fue cuando nos dimos cuenta de que hacían trampa. Algo en sus antenas iba demasiado bien. Sabían gracias a ellas las cartas que teníamos, pero no teníamos narices a decir nada.
Fermín de los nervios bebió mas de la cuenta y en una mano trampera, no pudo más:
- Aquí se monta la guerra de los mundos. - Sacó la navaja que tenía para cortar el chorizo.
- ¡Joder! Frena Fermín que estos nos invaden.
Cuando sacarón la pistola de rayos verdes y volatilizaron la botella de coñac. Nos acojonamos. Fermín iba a guardar la navaja. Pero entonces entro mi suegra con el paraguas y se lío a paraguazos con ellos. Salieron con viento fresco. Se metieron en sus naves y no regresaron jamás. Venció la especie dominante. Eso sí, en la huida robaron , por arte de magia, todos los corderos del pueblo.
¡Esto clama revancha! La señora Tomasa esta hablando con la nasa, prepara paraguas para una invasión. Yo he puesto carteles para retarles a una nueva partida, amistosa, eso sí, con las antenas vendadas. A ver si de ese modo evitamos la guerra planetaria.
Cuando llegaron los marcianos dispuestos a participar. Con sus antenas verdes... Ilusionados por el cordero. Entendí que me había pasado con el marketing. No nos atrevíamos a negarles la partida, pero estabamos asustados. Además las bases no contemplaban el caso.
Lo cierto es que lo ganaban todo. Tenían la boca como un pajar, envidaban de farol, juraban palabrotas raras y de vez en cuando se equivocaban de idioma, usando el francés. Les encantaba el orujo de hierbas.
En la final, los cuatro cara a cara. Fermín y yo contra ellos. El campeonato sería interestelar. Llegaron sus colegas, igual de verdes y empezaron a hacer ruidos desagradables con sus labios grandotes. En el planeta rojo es un modo de animar. Lo malo fue cuando nos dimos cuenta de que hacían trampa. Algo en sus antenas iba demasiado bien. Sabían gracias a ellas las cartas que teníamos, pero no teníamos narices a decir nada.
Fermín de los nervios bebió mas de la cuenta y en una mano trampera, no pudo más:
- Aquí se monta la guerra de los mundos. - Sacó la navaja que tenía para cortar el chorizo.
- ¡Joder! Frena Fermín que estos nos invaden.
Cuando sacarón la pistola de rayos verdes y volatilizaron la botella de coñac. Nos acojonamos. Fermín iba a guardar la navaja. Pero entonces entro mi suegra con el paraguas y se lío a paraguazos con ellos. Salieron con viento fresco. Se metieron en sus naves y no regresaron jamás. Venció la especie dominante. Eso sí, en la huida robaron , por arte de magia, todos los corderos del pueblo.
¡Esto clama revancha! La señora Tomasa esta hablando con la nasa, prepara paraguas para una invasión. Yo he puesto carteles para retarles a una nueva partida, amistosa, eso sí, con las antenas vendadas. A ver si de ese modo evitamos la guerra planetaria.
Jajaja, buenísimo, Manolo. Con el paso del tiempo los de Ciñera se transformaron en marcianos...
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja ja ja Espero que no Alberto. Aunque estaría bien una partida así.
ResponderEliminarjajajá. Manuel: tengo un vecino nuevo con la cara verdosa, anda siempre con en gorro en la cabeza y un juego de naipes en la mano izquierda. Para mí, es uno de los que han llegado para tu amistoso...
ResponderEliminarJa ja ja ja Seguro Patricia. Enséñale el paraguas... a ver si sale corriendo. ¿Sabes si come cordero?
ResponderEliminarQue castizos estos marcianos. Ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel.
Gracias Torcuato. La verdad que saben lo que es la buena vida
ResponderEliminarPor ahí no paso. Les damos los corderos, el orujo y el mar, si quieren. Pero el mus no. Para una cosa que de verdad es intrínseca del ser humano...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo Propílogo. ¿Tu optas entonces por la invasión paraguil? Nada de achicarse. A por ellos.
ResponderEliminarMagnífico Manuel. He pasado un buen rato con la lectura. Seguro que a los niños les encanta.
ResponderEliminarMi clase y yo tenemos otro blog donde publican tanto ellos como yo, y cada vez se va haciendo más denso. Se llama Azul Mar, así que si te apetece vienes a vernos por allí, porque también tenemos algunos cuentos...y los que quedan, claro.
Saludos, Ana
Ja ja ja, qué divertido campeonato de mus!!!
ResponderEliminarMe ha encantado Manu
Un beso
Ana Galindo. Me pasaré por Azul Mar. Me alegra que te hayas pasado un buen rato.
ResponderEliminarAnita. Gracias por tu risa. Es el mejor premio a mis idas de olla.
Jejejeje, gracias, siempre nos estás arrancando una sonrisa, y además con un estilo impecable. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Maite. Me alegra que os haga reir.
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